A la hora de adoptar medidas como la de la reducción de jornada máxima, convendría tener en cuenta las particularidades de cada sector. En el caso de la hostelería, influyen otros factores como la dificultad de contratación o el alto absentismo, que deberían valorarse en conjunto. 

En España, la jornada laboral máxima por ley es de 40 horas semanales de promedio en cómputo anual, salvo que por convenio colectivo o contrato de trabajo se haya pactado una duración diferente. Así viene siendo desde 1983: hasta esa fecha, se permitían 42 horas en jornada continuada y 43 en jornada partida.  

Tras las últimas elecciones generales, los partidos que conforman el Gobierno cerraron un acuerdo de legislatura que contempla la reducción de jornada sin reducción salarial. La intención es que en este año 2024 se reduzca a 38,5 horas y en 2025 a 37,5 horas semanales. El acuerdo es nítido. Es decir, no está en cuestión cuánto reducir la jornada pues ya está decidido y lo que se pretende es dar espacio a sindicatos y patronal para que acuerden cómo hacerlo.  

Considera el Gobierno que, dado que la jornada laboral media efectiva ronda ya las 38,5 horas a la semana (en concreto, la jornada media de los convenios registrados es de 38,2 horas), el cambio pretendido no debería ser tan grande y situaría a España con un modelo de jornada que ya existe en otros países. Así, además de los países que ya la tenían implementada (Francia, Bélgica e Islandia), hay otros que también han optado por la jornada laboral reducida: Dinamarca (37,2 horas semanales), Países Bajos (37,3 horas semanales) y Noruega (38 horas semanales). 

Ahora bien, lo cierto es que, a día de hoy, el Ministerio de Trabajo no ha conseguido alcanzar un acuerdo sobre cómo poner en marcha esta reducción: si se debe hacer de forma modulada o de golpe, si se haría eliminando un día de trabajo a la semana o reduciendo la jornada máxima en cómputo anual como abordábamos en este post y si se debe hacer en función de las particularidades de cada sector. 

En el sector de la hostelería, la puesta en marcha de esta medida, además de presentar importantes problemas para su aplicación, comportaría un importante incremento de la masa salarial. 

Según un reciente informe elaborado por Exceltur teniendo en cuenta los datos de la EPA de 2023, el 45 % del total de asalariados en el sector turístico, es decir, un millón de trabajadores, no podrían compensar la reducción de la jornada laboral a un máximo de 37,5 horas semanales por un uso más eficiente del tiempo del trabajo. 

Conforme al citado informe, este millón de empleados turísticos supone el 80,4 % de los 1,2 millones totales de asalariados que trabajan más de 37,5 horas semanales. Con la propuesta del Gobierno, el número de horas semanales se reduciría en media hora a los 5,7 millones de horas, con un total de 294,6 millones de horas reducidas al año. Además, el coste para las empresas derivado de este millón de asalariados que no pueden compensar las horas ascendería a 2.348 millones de euros, lo que supone un aumento medio del 4,9 % de los costes laborales de las empresas turísticas y un descenso del 8,1 % de su beneficio. 

Para hacer este cálculo total, la patronal ha tenido en cuenta que en España hay de media anual 2,6 millones de trabajadores ocupados en las ramas características del turismo, de los cuales hay 400.000 trabajadores asimilados a los autónomos, a los que “muy probablemente no les afectaría la medida”. 

A este problema habría que añadirle el de la dificultad para encontrar mano de obra ya que una reducción de la jornada laboral también traerá consigo una mayor necesidad de contratación de plantilla en un contexto en el que las empresas están teniendo serias dificultades para poder contratar personal. 

La desesperación por poder encontrar personal ha llevado a muchas empresas a tirar de creatividad: hay hoteles en Canarias que ya pagan un bonus a sus trabajadores  si consiguen traer a personas que quieran trabajar en sus hoteles, lo que supone un ejemplo de cómo las compañías intentan adaptarse a las dificultades a las que se enfrentan para encontrar candidatos con los que ocupar sus puestos vacantes, especialmente ahora que la temporada alta llama a la puerta y el país vivirá sus mejores meses del año por la explosión del turismo. Los problemas son especialmente graves en las zonas de costa y los archipiélagos, líderes en la recepción de visitantes, y donde, además, en ocasiones, se dan otras circunstancias que dificultan la contratación, como un mercado de la vivienda con pocas posibilidades. La ausencia de vivienda disponible sin duda está complicando que haya movilidad de parados hacia las zonas en las que se demandan trabajadores, de ahí que la existencia de vacantes sin cubrir pueda ser compatible con la existencia de casi tres millones de desempleados en el país. 

Por tanto, no hay duda de que la reducción de la jornada laboral es una medida que, dependiendo de cómo se implante, puede causar efectos perniciosos en el sector de hostelería, por lo que no debería ser aplicada de una manera conjunta para todos los sectores, sino que convendría ser debatida y, en su caso, acordada sector por sector. Además, este problema debe ser abordado junto con otros que preocupan al sector de hostelería como el de la dificultad de contratación de personal y el de la situación del absentismo. 

Carlos Pinilla Domínguez

Laboral